¿Cuál fue el clima que dispuso a América Latina para las dictaduras?
En la antigua Roma, cuando la república debía enfrentarse a situaciones de extrema gravedad, los cónsules designaban a un dictador que asumía todos los poderes hasta el restablecimiento de la normalidad. Tras el surgimiento de las modernas democracias en el siglo XIX, el término de la dictadura volvió a ser utilizado, esta vez para designar aquellos regímenes políticos cuya legitimación no se fundamentaba en el modelo democrático liberal.
Se llama dictadura o régimen autoritario a una forma de organización política según la cual el poder está encarnado en una persona o en un pequeño número de personas, que lo ejercen de forma absoluta. Tal sistema político recibe también, a veces, la denominación de totalitario, si bien el concepto de totalitarismo se ha utilizado más estrictamente para designar a movimientos ideológicos en que la persona y la sociedad se subordinan al estado, como sucedió en el fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán o el socialismo estalinista.
Por lo general de un régimen dictatorial suele ser el resultado de un proceso de profunda convulsión social, provocada por una situación revolucionaria o por una guerra, y se produce normalmente por medio de un movimiento militar contra las estructuras del poder anteriormente establecido, movimiento que adopta la forma de golpe de estado. En unos casos, tal movimiento militar se produce en defensa de los intereses de los grupos minoritarios del estado; en otros, en apoyo de sectores más amplios.
En ocasiones, el origen de un régimen dictatorial no se halla en un golpe militar, sino en un golpe de estado político, llevado a cabo desde las propias estructuras del sistema que se pretende abolir. Tal fue el caso de la dictadura nazi impuesta por Adolf Hitler en Alemania o el de la dictadura fascista de Benito Mussolini en Italia. La debilidad de las instituciones es aprovechada en estos casos para imponer la atribución explícita del poder político a un partido de talante no democrático, que ya a impuesto socialmente su prepotencia.
Los estados dictatoriales han buscado su legitimación en teorías como la del "caudillaje", según la cual en determinadas épocas históricas surgen en algunas comunidades personas dotadas de un especial carisma o dotes providenciales y destinadas a conducir a la nación hacia determinados objetivos de valor trascendente. En otros casos, estos regímenes se han dotado de formas democráticas que aceptan, incluso, la existencia de partidos políticos afines, así como la celebración periódica de elecciones, ganadas invariablemente por aquellos mismos que las convocan.
Además de las habituales medidas policiales o de fuerza que utilizan para asegurar su mantenimiento en el poder, las dictaduras suelen recurrir también, de manera sistemática, a la propaganda política y al culto a la personalidad del máximo dirigente como medio eficaz de asegurarse el apoyo activo de la población.
En América Latina, pese a la poderosa influencia que en su origen y posterior configuración tuvieron las ideas de la revolución francesa, numerosos países latinoamericanos vivieron desde su nacimiento largos períodos de anormalidad democrática. El siglo XIX presenció el surgimiento de numerosos caudillos que, desde provincias o regiones periféricas, se rebelaron contra los débiles gobiernos centrales y se hicieron con el control político de sus respectivos países. Son ejemplos destacados del caudillismo decimonónico Juan Manuel de Rosas en la Argentina, José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay y Antonio López de Santa Anna en México. Ya en el siglo XX, la instauración de regímenes dictatoriales respondió en general a situaciones nacionales de mayor complejidad en las que las motivaciones personales de quienes dirigieron los levantamientos desempeñaron un papel no exclusivo.
Guerra de independencia: lucha armada, guerra civil…
La Guerra de Independencia de los pueblos hispanoamericanos fue cruel, encarnizada, y puso de manifiesto las luchas internas de poder entre la élite criolla. La clase dominante se fraccionó en distintos grupos de poder: patriotas realistas, centralistas, federalistas, moderados, liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el Congreso Nacional estaba dividido en grupos: moderados e independentistas (encabezados por Bernardo O'Higgins). En Venezuela, el Congreso Nacional mostró, también, diferencias entre los grupos políticos, sin embargo, los grupos a favor de la independencia dominaron. Francisco de Miranda y Simón Bolívar (ambos independentistas) organizaron, en 1810, la Sociedad Patriótica, con el fin de lograr la separación. Venezuela declaró la independencia en 1811, y redactó una constitución que adoptó la forma de gobierno republicano y federal, similar a la Constitución de Estados Unidos. Los conflictos internos y la movilización de las fuerzas españolas sofocaron y suprimieron la Primera República de Venezuela. Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades de lograr el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de Venezuela, Bolívar decidió exilarse en Jamaica.
En México, los sectores populares más afectados por las luchas entre criollos y peninsulares fueron los indios y los mestizos. Ante las pésimas condiciones sociales y económicas del campesino indígena, el padre Miguel Hidalgo se levantó en rebelión, en 1810. El Grito de Dolores inició la guerra de independencia de México. Este movimiento era esencialmente indígena y campesino, y careció del apoyo de los sectores dominantes como la iglesia y la elite criolla. Ante la derrota y muerte de Hidalgo, en 1811, José María Morelos retomó la lucha armada. Para 1813, éste convocó el Congreso de Chilpancingo, y planteó la independencia absoluta de México. La causa libertaria de Morelos quedó truncada, en 1815, al ser capturado y ejecutado.
En la región de La Plata (Buenos Aires), la lucha entre criollos y peninsulares se vio afectada por otra fuerza externa que ejerció presión sobre la región: Inglaterra. En los años de 1806 y 1807, La Plata fue ocupada por Inglaterra. Esta ocupación provocó una crisis en la administración colonial, pero, también, estimuló el espíritu nacionalista de los porteños, y puso de relieve la fragilidad del imperio español. La única colonia en Sur América que mantuvo la adhesión y lealtad a España fue Perú. Razones de tipo social y racial contribuyeron a este hecho: la clase criolla peruana prefirió mantener la lealtad a España ante el temor de una alianza entre los mestizos y los indios, que eran numéricamente superiores a ellos, pues dicha alianza podía poner en peligro sus intereses económicos y sociales.
En el Caribe, Puerto Rico y Cuba también permanecieron leales a España. Sin embargo, en ambas islas, comenzó a perfilarse un movimiento a favor de la independencia. En Puerto Rico, por ejemplo, hubo una gran simpatía hacia la causa libertaria, y el pueblo puertorriqueño se negó a participar militarmente en contra de los hermanos latinoamericanos. Ante la solidaridad manifiesta de Cuba y Puerto Rico a la guerra de independencia, España decidió reforzar el sistema represivo en las islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios, y logró retener las islas.
Las colonias centroamericanas también se rebelaron contra España. De hecho, la primera provincia en declarar su independencia fue El Salvador. Al contrario de México, la rebelión centroamericana fue fundamentalmente elitista, y tuvo poca participación de los sectores populares. En 1823, el reino de Guatemala -compuesto por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica- declaró la independencia y en 1824,se organizó la República Federal Centroamericana. No obstante, la República Federal Centroamericana enfrentó serias dificultades que la llevaron finalmente al rompimiento que dio origen a las naciones que conocemos hoy. Para 1815, parecía que el movimiento independentista de las colonias españolas había fracasado. En 1816, las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo reprimieron con dureza a Nueva Granada y Venezuela. A pesar de la reacción antirevolucionaria, comenzaron a resurgir fuerzas de resistencia, como las guerrillas. El movimiento independentista renació con el gran triunfo de la batalla de Boyacá, con el cual se liberó Nueva Granada, y se proclamó la formación de la República de la Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Bolívar encargó la tarea de libertar al Ecuador al general Antonio José de Sucre, y ésta se completó en 1822.
Mientras la lucha bolivariana se recrudeció en el norte de Sur América, en Chile, las fuerzas realistas dominaban la región, y correspondió a José de San Martín la liberación de este país. En la batalla de Chacabuco, de 1817, San Martín derrotó a los españoles, pero fue en la batalla de Maipú cuando San Martín logró la independencia de la región. El triunfo revolucionario en Chile permitió el establecimiento de un gobierno encabezado por O'Higgins, y con su apoyo, San Martín preparó la campaña para conquistar Perú. En ese mismo año, Agustín de Iturbide, en México, proclamó el Plan de Iguala, que declaró la independencia de México. El encuentro de Bolívar y San Martín se produjo en Guayaquil. Como resultado de la entrevista, San Martín renunció a sus cargos, volvió a Chile, y emigró definitivamente a Europa, Bolívar recurrió a Sucre para la liberación del Alto Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las guerras de independencia, y, con la independencia del Alto Perú, nació Bolivia.
Al contrario de las guerras de Independencia de las colonias españolas, la independencia de Brasil no fue tan devastadora. Brasil se convirtió en la sede del gobierno portugués cuando Napoleón ocupó Portugal, y esta presencia fue importante en el desarrollo de la colonia: Río de Janeiro creció y se fortaleció económicamente, y Portugal permitió reformas económicas en Brasil que beneficiaron a los comerciantes brasileños. En el aspecto político, Brasil era regido como un estado autónomo; no obstante, en 1820, se produjo, en Portugal, un levantamiento que exigió la convocación a cortes y el retorno del rey Joao VI. Ante el retorno del rey, las cortes propusieron revocar el gobierno autónomo de Brasil, y esta situación provocó que el heredero al trono de Portugal, Pedro de Braganza -radicado en Brasil- se pronunciara en contra del gobierno de Portugal. Este determinó levantarse en rebelión, declaró la independencia, y se convirtió en el primer emperador de Brasil.
Efectos de la guerra
La lucha por la independencia tuvo serias implicaciones en los recién independizados territorios: la independencia no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos regionales se agudizaron luego de la guerra. Las tensiones sociales y raciales prevalecientes durante la guerra polarizaron las sociedades de los nuevos países. El poder político de las naciones independizadas fue débil, y promovió el desarrollo del caudillismo. Aunque la guerra terminó con el monopolio español, las naciones latinoamericanas quedaron a merced de la influencia económica de Estados Unidos e Inglaterra, que dominaban el mercado atlántico. Esto representó un problema adicional, pues el fuerte desarrollo económico de los norteamericanos resultaba demasiado competitivo para los países recién independizados. Además, en ellos, prevalecía un clima de confusión, desorganización e inestabilidad. Luego de la independencia, las naciones latinoamericanas atravesaron serias dificultades de tipo político y económico que más bien generaron la disgregación de los estados. Además, las potencias extranjeras (como Estados Unidos) veían con gran recelo la unidad latinoamericana, pues podía poner en peligro sus intereses sobre la región.
Comienzo de la vida independiente
Al concluir el siglo XIX, América Latina quedó dividida en 19 naciones y unos territorios incorporados, inmersos en un proceso de formación de nacionalidades que se caracterizará por la violencia que generará la política de los recién nacidos países, en torno a asuntos tales como la anarquía, los gobiernos dictatoriales y la definición de fronteras. Prácticamente todos los países latinoamericanos, menos Brasil, tendrán conflictos de esta naturaleza. La inexperiencia política de los criollos, junto con las luchas civiles y la ambición imperialista de otros países, propiciará la intervención continua de potencias extranjeras como los Estados Unidos e Inglaterra. Esta intervención será el precio que habrá que pagar por irse incorporando a la economía mundial, y al capitalismo europeo, en especial, con Inglaterra.
Al concluir el proceso de liberación, cada una de las nuevas naciones se inició en el ejercicio de la vida independiente en circunstancias muy variadas. Por ejemplo, México sobresale por la complejidad y variedad de los problemas que tuvo que enfrentar, análogos a los que sufrió durante su vida colonial. Además, su posición geográfica lo coloca en una situación conflictiva, pues es, también, la frontera norte de América Latina, y el punto más propicio para la penetración de los países que quisieron apoderarse del control que había perdido España. En otros países, los procesos fueron menos intensos, más localistas, o más uniformes.
Problemas fundamentales de la vida independiente
Durante el siglo XIX, los gobiernos de los países recién independizados se vieron influidos por las fuerzas militares, la sucesión dinástica en el gobierno, las técnicas de gobierno no delimitadas, los golpes de estado, el exilio de los ciudadanos más capaces, y el constante fracaso de las constituciones
En el momento de tomar las riendas de los nuevos estados americanos, el elemento criollo no estaba preparado para dirigir el país. Las guerras de independencia fueron encabezadas por hombres dedicados a la carrera militar, que dominaban las técnicas de mando pero que apenas poseían cualidades o principios de administración pública. Como consecuencia de sus victorias militares, controlaron las masas populares, y fueron convirtiéndose en caudillos del pueblo, como Simón Bolívar y José de San Martín. Hubo líderes buenos y malos, pertenecientes a todas las clases sociales, del pueblo o de la clase alta, pero todos con algo en común: su preocupación por la patria. La mayoría de las veces, empezaron luchando por causas nobles, aunque terminaran imponiendo su voluntad, por fuerza o por doctrina, para mantenerse en el poder.
El dictador, por lo general, llegaba al poder después de derrocar el régimen existente. Las dictaduras toman auge en América Latina en las cercanías del siglo XIX.
La diferencia entre ambos líderes, el caudillo y el dictador, estriba en la forma en que llegan al poder: el caudillo recibía el apoyo de las masas del pueblo, era un líder natural, y tenía grandes sectores del pueblo incondicionalmente a sus órdenes. Por el contrario, el dictador era un líder que se apoyaba en las fuerzas militares para ejercer el control de la región. Su gobierno, tiránico y totalitario, menospreciaba o ignoraba el poder legislativo. Tanto uno como el otro promovieron inestabilidad política durante los años posteriores a la independencia.
La única excepción fue Brasil ya que, una vez logró su independencia de Portugal, llevó una vida pacífica libre de dictaduras durante todo el siglo XIX. Esta situación permitió al país iniciar una vida independiente más productiva que la de otras regiones. Como resultado, el desarrollo económico que alcanzó el país durante el siglo XIX fue más sólido.
Taller
Luego de leido el texto juiciosamente como mínimo 2 veces, realiza una RELATORÍA del texto que tendrá las siguientes características:
1. Identificar una tesis: Entendida como aquello que el autor plantea, afirma, niega o defiende. No confundir con un resumen. Las tesis se redactan como si fuesen afirmaciones con indicios de ley. Enumérelas, si encuentra varias.
2. El desarrollo de la argumentación: Es dar las razones que el autor utiliza para sustentar la tesis que propone y analizar la manera cómo las organiza. (Si no encuentra el numeral anterior, no puede existir argumentación).
3. Cuáles son las nociones centrales del texto.Una Noción es una idea susceptible de conceptualización y de manejo instrumental durante el desarrollo. Por ejemplo, en el texto podemos encontrar nociones como Caudillo y Dictador.
4. Cuáles son las conclusiones que propone el texto: Son el resultado de la reflexión del autor desde la tesis por él propuesta. Estas pueden ser inquietudes, problemas, preguntas soluciones o conclusiones definitivas, se trata de establecer cuáles son y decir por qué. (Se enumeran).
5. Describa su proceso de lectura resolviendo las siguientes preguntas:
a. Qué nuevas ideas descubrió para Usted. ¿Qué necesidades personales surgen a partir los planteamientos del autor?
b. Qué no entendió del texto. Se deben enumerar tales aspectos, argumentando las posibles razones por las que no se entendió.
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